venerdì 15 maggio 2015

Recuerdos.

. Recuerdos. Se mezclan en mi mente, la sofocan, insisten para salir, son persistentes. A veces son tristes que te sacan lagrimas amargas. La mayoría alegres, para demostrar cuanto fue buena la vida conmigo. Discriminarlos seria como negar parte de tu pasado, así que admitir eventuales errores. “Quien no tiene pecado, lance la primera piedra” Decía alguien mucho mas sabio de todos. “Errare humanum est”, citó Seneca. Por lo tanto aceptamos nuestro ser pequeños humanos, con los límites del aprendizaje diario, tratando de conservar cada experiencia, si es negativa intentando de no repetir, si es positiva conservar la bendición recibida. También por la noche (mañana para mi), el periodo dedicado al sueño se convierte en un momento para enfrentarse con el pasado. No son sueños, sino recuerdos de vida real pasada, a menudo tan precisos y detallado que transforman el pasar del tiempo tal como lo conocemos en un simple detalle insignificante en comparación con la frescura y la inmediatez de los recuerdos. Si pienso a la poca memoria que tenia cuando estudiaba, me parto de risas. Y menos mal que con el pasar del tiempo tenemos que perder la memoria, y de consecuencia confusión mental. He llegado a la conclusión que la enfermedad favorece la memoria (quien sabe que bombas me suministran junto a la caca de gato) a lo mejor, quedando la mayor parte de la noche (la mía, mientras vosotros estáis roncando) sin grandes pensamientos, en lugar de auto compadecerme pienso a mi situación y prefiero refugiarme en el olvido de la reminiscencia. El “cogito, ergo sum” de memoria cartesiana (disculpad las citaciones filosóficas latinas, merito de un maravilloso profesor de filosofía de la escuela secundaria) se convierte en mi grito de guerra, en esta dramática situación que obstinadamente considero momentánea. ¿Quién mejor que yo podría patrocinar esta declaración? En un cuerpo que ha perdido cada movimiento podría influir una mente mantenida clara? Hace días explicaba a una amiga, su hermana le diagnosticaron mi misma enfermedad, que nos tenemos que considerar afortunados de no estar en la situación inversa. Tener un cuerpo que funciona perfectamente pero un celebro atrofiado, incapaz para expresar ideas y recordar recuerdos seria como la anulación del ser humano. Con la mente os doy la oportunidad de viajar a mi lado, de imaginar Les Demoiselles de Avignon, sin haber ido al Moma, de olfatear el “risotto col puntel” de mi amigo Alberto sin ir a Casteldario (vosotros que aun no lo habéis comido haceros 14 kilómetros, no tenéis idea de lo que os perdéis) de sentir el ruido de las olas en la playa de Holetown, en el norte de Barbados tomando una piña colada… Vamos… ¿os hago un dibujito o habéis entendido que soy igualmente afortunado?

Nessun commento:

Posta un commento