giovedì 22 maggio 2014

Mantua.

Con mi ciudad tengo la clásica relación de amor/no amor (el odio no existe en mi vocabulario). Cuando estaba lejos la echaba de menos aunque sabía que sería una sensación de muy poco tiempo. Cuando estaba a casa, tenía el gran deseo de alejarme. Nunca había pertenecido al provincialismo. El querer saber todo y de todo lo que se mueve, hablando tambien sin motivos, no estaba en mi naturaleza. Era un efecto por haber tenido unos padres muy reservados. Poco amigos para papá, tal vez menos para mama.

Yo, totalmente lo contrario me hacia amigos en cualquier lado. Con un carácter tranquilo pero rebelde, muy tímido, me cerraba en el deporte. Solo chicos, con los cuales

nunca tuve problemas para relacionarme. Siempre he tenido una teoría sobre mi conducta. Los universos masculino/femenino nunca se cruzan. Ellas, en su aversión a cualquier apariencia de simplicidad racional, desfrutan al crear problemas cuando no existen. Nosotros, superficiales hasta lo inverosímil, pero muy racionales y capaces de tomar decisiones importantes, cuando es necesario (indispensable, porque decidir antes cuando se puede hacer al último momento?).



Mantua, decía. Un lugar muy atractivo, sobre todo cuando hay niebla de noche durante el invierno. Destellos repentinos e inesperados de la luz para romper esa sensación de eternidad acolchada, trayendo almas errantes en la realidad de una ciudad de provincia. Conozco mucha gente pegadas y atracada a esta condición. Yo no. Mi casa lo demuestra, nada de convencional.


A lo largo de mis innumerables viajes, mi gran diversión fue lo de buscar objetos para recordarme la vacación desfrutada. Soy minimalista, no llegaba a llenar mi casa de objetos inútiles.

La casa un medio para sentirse vivos, para establecer que aún queda espacio para otro viaje. Una casa terminada seria el sinónimo de perfección, pero también sinónimo de inutilidad para otros descubrimientos.

Lo que siempre me ha atado a mi ciudad son dos colores: el blanco y el rojo. Los colores del equipo de mi ciudad y de mi corazón. He vivido con el estadio Danilo Martelli, futbolista mantuano del gran Turín desaparecido en la tragedia de Superga, por lo menos diez años de mi vida futbolística sin gloria, y una vida sobre las gradas.

Toda la hilera de los juveniles, desde muy joven a la cantera. Luego, dos años en primer equipo, que en la época estaba en serie C, única. No existían la C1 y C2.

Qué casualidad, lo mismo de ahora, giros y vueltas de la vida. Tal vez sinónimo de la situación socio/política de la época y de ahora. Dejamos al margen los temas económicos,

para evitar lagrimas…. Con dieciséis años tuve la posibilidad de entrar en el Milán. No acepte, no por mi afición azul negro, sino por no estar listo para una vida hecha de futbol y estudios. 

Todavía creo haber tomado la decisión correcta, jugaba para divertirme no por una cuestión económica. A mi época no eran tan exagerados como ahora. Pasar del campo a las gradas fue natural, como pasar de la pubertad a la adolescencia.

Cuando te das cuenta que sucedió, ya es tarde para volver atrás. He seguido los blancorojos en cada estadio y categoría, da S. Lucia del Piave a Turin, da Leffe a Brescia, muchas veces combinando futbol y gastronomía. Nunca he sido un ultras, pero siempre grite a los goals de los chicos. Desde que tengo la enfermedad, empecé a frecuentar menos las salidas, me cansaba mucho, pero mi scooter me llevaba aun al Martelli, hasta que un tremendo día mis piernas ya no querrían subir más la escalera del estadio.

Oficialmente ero un enfermo grave. Una vez llegue al estadio en silla de rueda, pero no me gusto. Intente organizar el partido Mantua – Spal, decisivo para este año. Todo organizado.
Lastima el tiempo, empezó a granizar y a llover fuerte la noche antes, sin parar hasta una hora antes del partido. Justo cuando rechace el auto especial que me tenía que llevar al estadio, empezó a salir el sol.

A este punto esperaba en un reenvío, esperando de asistir al partido el día siguiente. La foto de Andrea, mientras recuperaba los billetes, era la confirma de mi esperanza. 

No había tenido en cuenta el viento, que además de empujar las nubes había secado el campo por lo tanto el partido se disputo (pero no me esperaron que maleducados) y el Mantua

gano al minuto 88. Pasaron? Para nada.

Todos esperaban el resultado de la Torres, que nos tenían que recibir por le partido siguiente, ultimo de la liga.

La Torres perdió, pero el Forlì, que nadie había tenido en cuenta como equipo peligroso, marco al minuto 94, obligándonos a empatar con el Sassari. En época normales, sin enfermedad, el domingo mismo habría comprado los billetes de avión para mi y para Aiste, fin de semana en Sardenya, preguntando a Andrea información, pero no fue posible.

La enfermedad ha cambiado completamente mi vida. Thanks Go there is Omino.
Omino es el comentarista de los partidos del Mantua desde siempre en mi memorias.
Omino su apodo cuando jugábamos en el mismo equipo cuando entre al final de mi carrera, con dolor acepte la condena de escuchar por radio el partido mas importante de la temporada. Después de un cuarto de hora, la Torres marco, pensé que se estuviese en el estadio nunca hubiese dejado de animar a los chicos. Y así fue.

Metafóricamente hablando, se entiende, ya que estaba con una traqueotomía no podía emitir ningún sonido.  


El empate ocurrió 3 minutos después. 3 minutos larguísimos. Lo poco que sucedió hasta el minuto 90, no es digno de ser mencionado. Estábamos en la serie C única!
Me imaginaba una fiesta blancoroja, con trompetas, banderas que volaban, plaza Cavallotti llena de gente de todas las edades, razas, sexo, porque la pasión deportiva no tiene barreras... como la enfermedad lamentablemente.

Todos iguales bajo la misma égida.

P.S. para quien estuviese interesado de leer mas anécdotas de mi existencia, aquí va el link de mi blog: marcosguaitzer.blogspot.it
Además, en breve, será publicado un libro con todos los escritos de mi blog, con los comentarios de cada uno de ellos,

Mantova.

I have with my town the classic love/not love relationship (“hate” doesn’t exist in my dictionary). When I was away I missed it, but I knew that it was a transient feeling. When I was home, I felt sick with the desire to flee it. 

Provincialism didn’t suit me. I’ve never been one wanting to know everything about everybody, to gossip and to talk badly without reason. It was a consequence of having very reserved parents. A few friends for Dad, even less for Mom.

I was the opposite, making friends everywhere. Mild but rebel character, unbelievably shy (the perfect testimonial for the expression “any chance you don’t take is lost forever”).
I took refuge in sports. Only guys, whom I found easier to relate to.

I’ve always had a theory on my behavior. Male/female universes never cross. Masochistic women, being loath to every rational simplicity, like to create problems where there aren’t any. We guys are so superficial, but when necessary we make rational decisions (but at the very last moment. Why do it beforehand, after all?)

But let’s go back to Mantova. A fascinating place, mostly in wintery, foggy nights. Sudden, quick lights breaking through that muffled eternity, bringing wandering souls back to the reality of an overprovincial town.

Not me, though. My home proves it. During my many travels I loved to look for objects to bring home to remind me of those holidays. Being a minimalist I didn’t like to fill my house with a lot of common souvenirs. Home is a place to feel alive, and has to be left empty enough for the next trip.     


A full, complete home would have meant perfection but also the futility of other discoveries. A sort of personal Heraclitean "panta rei", everything flowing, reinterpreted by me.

What has always tied me to my town are two colors: red and white. “Bianc e rus”, as we say in Mantova. The colors of my team and of my heart.
I’ve spent at least 10 years of my inglorious soccer career at the stadium named after Danilo Martelli, player from Mantova, playing with the great Turin team, who died in the tragedy of Superga, and then another lifetime watching the matches from the bleachers. All the different minor leagues, then with “THE” team, playing in C league. There weren’t C1 and C2 back then. Just a unique C league. Like now. Life’s ebbs and flows. Or, maybe, a synonym for the actual and the past socio-political situation. But let’s forget economic references, to avoid easy tears…

At 16 I had the possibility to be bought by Milan. I refused, not for love of the other team from Milan, the black and blue one, but because I didn’t feel ready for a life made only of school and soccer. I still think it was the right decision. I played for fun, not for money. A lot less money than today, by the way.

Moving from the field to the bleachers was easy like the passage from puberty to adolescence. When you realize it happened, it’s too late to go back. I’ve followed my team in every stadium and league, from S. Lucia del Piave to Comunale in Turin, from Leffe to Brescia, often coupling soccer with gastronomy. I’ve never been a hooligan, but I’ve always screamed at our goals. Once I became sick I stopped going to matches in other cities, too tiring for me, but with my scooter I always went to the Martelli stadium until, one terrible day, my legs refused to go up the stairs on the bleachers. I was  

officially very sick.

Once I went to a match with the wheelchair, but I didn’t like it. Repetita juvant, I tried to plan to do it again for Mantova - Spal, the most important match of the season. Everything was organized. Everything, save the weather. The night before the match it started to hail and rain a lot, and it continued non stop until one hour before the scheduled beginning. As soon as we canceled the special vehicle that was supposed to bring me there, a pale ray of sun appeared on Mantova. I was hoping the match would be postponed until the day after, and I planned on being there. A photo of the field, taken by Andrea while he went to get the tickets, seemed to confirm my hopes.

I hadn’t considered the wind that was pushing clouds away and drying the field. The match took place (being unbelievably rude, they didn’t wait for me) and Mantova won at the 88th minute. Did they get promoted to the upper league? Not yet. Everybody was waiting for the result of the Torres team, that would have hosted Mantova the following week for the last match of the season. Torres lost, but Forlì, that nobody had considered as a dangerous team, scored at the 94th minute, obliging us to tie the match with Torres, in Sardinia.

If I had been healthy I’d have bought the plane tickets to spend the weekend in Sardinia with Aiste, asking Andrea every possible information. Too bad ALS changed radically my existence. Thanks God there is Omino. Omino is Claudio, mythical sportscaster of Mantova’s soccer matches from time immemorial. Omino was the nickname from the time we played in the same amateur team at the end of my carreer.  


I had to settle for following on the radio the most important match of the season. When, after the first fifteen minutes, Torres scored a goal, I thought that if I had been at the stadium I’d have kept on screaming my support to our guys. And so I did, metaphorically speaking, because with the tracheotomy I can’t emit a sound. Three minutes later we also scored, but those three minutes lasted an eternity. The few events from there to the end are not even worth mentioning. We were in C league!!! I imagined the cars parading, with red and white, horns screaming, huge flying flags, piazza Cavallotti full of people of every age, race, sex, because passion for sports has no limits. Like the disease, unfortunately. All equal.

p.s. for those interested to read more stories about me, please go to my blog marcosguaitzer.blogspot.it . Soon a book will be published with all the posts of the blogs, other people’s remarks and new material.

Mantova.

 Mantova.

con la mia città ho il classico rapporto amore\non amore. (odio non esiste, nel mio vocabolario). quando ero lontano, mi mancava. seppur fossi conscio che sarebbe comunque stata una sensazione di breve durata. quando ero a casa, morivo dal desiderio di allontanarmi.

il provincialismo non mi era mai appartenuto. il voler sapere tutto di tutto ciò che si muove, sparlando anche senza motivo, non era nella mia indole. era un effetto derivante da genitori estremamente riservati. pochi amici per papà, mamma forse meno.

io, bastian contrario. mi facevo amici ovunque. carattere mite ma ribelle, timido all inverosimile (ero indiscusso testimonial del motto "ogni lasciata è persa").
mi rifugiavo nello sport. solo ometti, con i quali legare mai fu problematico.

ho sempre avuto una teoria sul mio comportamento. gli universi maschile\femminile non si intersecano mai. loro, nella loro avversione ad ogni parvenza di razionale semplicità, novelle mesdames Masoch si crogiolano nel creare problemi laddove non sussitono.
noi, superficiali all inverosimile, ma pure razionalmente capaci di saper prendere decisioni importanti, quando necessario (indispensabile, improcrastinabile, perchè decidere preventivamente, quando lo si può fare all ultimo istante ?).  
 
Mantova, dicevo. luogo affascinante, soprattutto nelle nebbiose nottate invernali. improvvisi e inaspettati squarci di luce a rompere quella sensazione di eternità ovattata, riportando le anime vaganti alla realtà di una città straprovinciale.  
conosco persone (tante) attaccate ed attraccate a questa condizione.
io no. la mia casa lo dimostra. nulla di convenzionale.  

durante i miei innumerevoli viaggi, uno dei divertimenti maggiori era quello di cercare oggetti che mi ricordassero la vacanza effettuata. essendo essenzialmente un minimalista, non mi prestavo a riempire la casa di inutili orpelli e cianfrusaglie. la casa come mezzo per sentirsi vivi, per stabilire che ci sarebbe stato ancora spazio per un ulteriore viaggio.  
una casa terminata sarebbe diventata sinonimo di perfezione, ma pure di inutilità di ulteriori scoperte. una sorta di personalissimo "panta rei" Eracliteo, una visione del tutto scorre, da me elaborata e rivisitata.

ciò che mi ha sempre legato alla mia città sono due colori: il bianco e il rosso. o meglio, alla mantovana, al bianc e rus. i colori della squadra della mia città. e del mio cuore.    
ho convissuto con lo stadio Danilo Martelli, calciatore mantovano del grande Torino scomparso nella tragedia di Superga, almeno dieci anni della mia ingloriosa vita calcistica, e una vita sugli spalti. tutta la trafila delle giovanili, dai giovanissimi alla primavera. poi, due anni con la prima squadra, che allora militava in serie C. unica. allora non esistevano C1 e C2. guarda caso, come ora. corsi e ricorsi della vita. o, forse, sinonimo della situazione socio\politica di allora ed oggi. ma escludiamo riferimenti economici, onde evitare lacrime facili...  

a sedici anni ebbi la possibilità di essere acquistato dal Milan. rifiutai, non per la fede neroazzurra, ma per non sentirmi pronto per una vita fatta di solo calcio e studio. credo tuttora sia stata la decisione corretta. giocavo per divertirmi, non per soldi. che allora non erano certo esagerati come oggi.  

il passaggio dal campo agli spalti fu naturale, come quello dalla pubertà all adolescenza. quando ti accorgi che è avvenuto, è ormai tardi per tornare indietro. ho seguito i biancorossi in ogni stadio e categoria, da S. Lucia del Piave al Comunale di Torino, da Leffe a Brescia, spesso abbinando calcio e gastronomia. mai stato un ultrà, ma sempre urlato ai goals dei ragazzi. una volta colpito dalla malattia, ho iniziato a frequentare meno le trasferte, che mi stancavano eccessivamente, ma il mio scooter mi teletrasportava ancora al Martelli, finchè, un tremendo giorno, le gambe non vollero saperne di fare le scale per la tribuna. ero ufficialmente un malato grave.  

una volta, andai allo stadio in carrozzella, ma non mi piacque. repetita juvant, provai ad organizzare per la partita Mantova - Spal, decisiva per quest anno. tutto organizzato. tranne il tempo. cominciò a grandinare e piovere a catinelle la sera precedente, ininterrottamente fino ad un oretta prima del match. non appena disdimmo la auto speciale che avrebbe dovuto accompagnarmi allo stadio, un pallido raggio di sole fece capolino su Mantova. a quel punto, speravo in un rinvio, confidando di assistere alla partita il giorno seguente. la foto del campo di gioco, scattata da Andrea, mentre mi recuperava i biglietti, non faceva che confermare la mia egoistica speranza.

non avevo fatto i conti con il vento che, oltre a spingere le nubi lontano, stava pure asciugando il campo di gioco. la partita si disputò (non mi aspettarono, che maleducati), ed il Mantova vinse all 88esimo. promossi ? manco per idea. tutti aspettavano il risultato della Torres, che ci avrebbe ospitato la partita seguente, ultima di campionato. la Torres perse, ma il Forlì, che nessuno aveva calcolato come squadra pericolosa, segnò al 94esimo, costringendoci ad almeno pareggiare in quel di Sassari.  

in tempi normali, di non malattia, la domenica sera stessa avrei acquistato i biglietti aerei per me ed Aiste, weekend in Sardegna, chiedendo ad Andrea ogni info possibile. e invece no. la sla ha cambiato radicalmente la mia esistenza. thanks God there is Omino. Omino è Claudio, mitico commentatore delle partite del Mantova da tempo immemore. Omino, in quanto era il suo soprannome quando giocavamo nella stessa squadra amatoriale in cui mi dilettai a fine carriera.

a malincuore accettai la condanna di ascoltare per radio la partita più importante della stagione. quando, dopo un quarto d ora, la Torres segnò, pensai che se fossi stato allo stadio non avrei smesso di incitare i ragazzi. e così feci, metaforicamente parlando, s intende, in quanto un tracheostomizzato non si può permettere il benchè minimo suono. il pareggio avvenne tre minuti dopo, ma furono tre eternità. quel poco che successe sino al novantesimo, non è neppure degno di essere menzionato. eravamo in C unica ! mi immaginavo i cortei biancorossi, le trombette da barca, i bandieroni svolazzanti, piazza Cavallotti gremita di gente di ogni età, razza, sesso, perchè la passione sportiva non conosce limiti di sorta... come la malattia, purtroppo. tutti uguali sotto la stessa egida.

p.s.   per chi fosse interessato a leggere ulteriori aneddoti sulla mia esistenza, ecco il link del mio blog: marcosguaitzer.blogspot.it . inoltre, a breve, sarà pubblicato un libro contenente tutti i pezzi reperibili sul blog, commenti agli stessi, e pezzi assolutamente inediti.